Alcohol, cafeína... y otros enemigos de la belleza.

Ya hablamos del cigarrillo... Pero hay otros males a combatir y desterrar.... Se los enumero:

El alcohol. ¡Qué feo es ver una mujer que bebe demasiado! ¡Cómo sus rasgos, su semblante, su belleza toda se van a ir perdiendo en un abuso desmesurado de los tragos!

No quiero ponerme en el rol de moralista desenfrenada, pero existen tantos preconceptos sobre las conductas sociales, que me gustaría aclararlos: ¿Desde cuándo tomar y fumar es divertido? ¿Por qué para sentirse bien en una fiesta, en un boliche, en una reunión, hay que esconderse detrás de un vaso y del humo de un cigarrillo? ¿O peor aún, detrás de unas líneas de cocaína? ¿Las inseguridades son tan fuertes? He fumado, he tomado champagne, pero me di cuenta de que esos hábitos se pueden volver adicciones y las he combatido conociéndome cada vez más a través de un trabajo de años de psicoanálisis.

La Cafeína. La cafeína se encuentra en el café, el té, las bebidas tipo Coca-Cola y el chocolate, y es un estimulante leve del sistema nervioso central. Como tal, altera nuestro balance interno y nuestra energía vital. Si uno duerme bien y lleva una vida ordenada, el café deja de ser indispensable para mantenernos despiertos.

La Sal. Una de las razones por las que las mujeres tenemos celulitis en el cuerpo, sobrepeso debido a la retención de agua, ojos hinchados y facciones deformadas al despertarnos a la mañana, es bien conocida por todas nosotras y se llama Sal. En una comida en París la actriz Jacqueline Bisset me confesó que cuando para un rol tenía que aparentar mayor edad y cansancio simplemente comía con abundante sal la noche anterior. 

La sal está presente en todos lados: en algunas verduras y legumbres, en ciertas carnes y mariscos, en los productos envasados e industriales (escondida bajo el nombre de conservantes), en el pan que uno compra todos los días y por supuesto en cada plato que se puede ordenar en cualquier restaurante. Pero ¿qué es la sal? Simplemente, la principal fuente de sodio, un mineral que regula los líquidos en el cuerpo y que puede presentarse bajo diferentes nombres (cloruro de sodio ó cloruro sódico, por ejemplo) pero siempre con las mismas consecuencias para nuestro organismo, como enfermedades cardíacas, renales o metabólicas. Su presencia en los alimentos cumple dos funciones: realza su sabor y actúa como conservante. Me he vuelto una experta en el tema. La Organización Mundial de la Salud recomienda que las personas adultas no superen el consumo de 6 gramos de sal diarios, por eso hay que controlar la cantidad de sal que añadimos voluntariamente a lo que ingerimos. Siempre, pero siempre preparo mis comidas sin sal, aunque ello signifique sacrificar algo de sabor. He aprendido a reemplazarla por unas gotitas de limón, dos hojas de albaca o un poco de menta y perejil. Es más, me he dado cuenta de que se trata de un gusto totalmente adquirido y más que extrañarlo, he empezado a apreciar el verdadero sabor de los alimentos.

La alimentación es un tema clave para mí. Soy vegetariana desde que tengo uso de razón. Mi madre hacía de todo para poder enmascarar pedazos de carne magra molida en mis comidas, o sea que desde pequeña la sentí como un sabor ajeno a mí. Con los años aprendí a acostumbrarme a ingerir carne de pollo, pero anulé totalmente el consumo de carnes rojas. Ya les contaré....