Mantengo una
rutina simple, que tengo internalizada de tal modo que me es imposible
olvidarme de ella. Por las mañanas, apenas me levanto, me limpio la cara con
una loción "eau micellenaire", como la famosa Bioderma, que es
sensacional y no seca la piel. Antes de salir de casa, uso una crema facial
humectante con alta protección solar: mejor una de las nuevas BB (Blemish
Blend) o CC (Color Corrector). Como complemento, me aplico un contorno de ojos,
con suaves golpecitos, pues la zona de los párpados y alrededores es la primera
en perder elasticidad y por ende, en arrugarse con facilidad. Por encima de
ambas cremas, me maquillo. Recomiendo agregar alguna humectación también para
el cuello o el escote, con cremas más ricas en nutrientes. En todos los casos,
trato que los productos que uso sean naturales e hipoalergénicos. Y no importan
tanto las marcas sino los componentes.
Antes de irme a dormir, repito mi ritual de limpieza, para remover las impurezas del día y los restos de
maquillaje (¡jamás me meto en la cama maquillada!), y luego uso un serum con
vitamina C concentrada. Los serums o sueros son el último avance en tecnología
cosmética, ya que en pocas gotas de sus poderosas fórmulas (todos vienen con
dosificadores) concentran fuertes efectos reparadores, además de tener un alto
poder de penetración y absorción, sin dejar una sensación oleosa en la piel. La
oferta es amplísima y los expertos aconsejan aplicarlos sobre la piel limpia y
luego complementarlos con alguna crema. Yo uso una con idebenone, que es un
antioxidante.
Soy fanática de las mascarillas, que pueden ser nutritivas o
hidratantes, de las limpiezas de cutis, de las exfoliaciones y los masajes
faciales. El rostro no movilizado se endurece, se quiebra y envejece. Si bien
trato de consultar con mi cosmetóloga cada 15 días, muchas veces me hago
sesiones caseras de media hora: primero, un pulido con un scrub exfoliante o un
gomage, enjuago y coloco una mascarilla hidratante.
Para el resto del cuerpo, uso una loción humectante después
de bañarme y una vez por semana, en la bañadera, antes de ducharme, con un scrub exfoliante pulo codos, rodillas y talones. La ducha es ideal para
aplicarse todo tipo de tratamientos en casa: geles, aceites, lociones.
Ahora, en verano, mantengo una relación amistosa
con el sol. Ni soy extremista como para protegerme siempre bajo la sombra ni
disfruto de exponerme en los horarios peligrosos. La combinación perfecta es tomar un poco de sol por
la mañana o por la tarde, antes de las 12 hrs. y después de las 17 hrs.,
siempre con protección solar y complementar la tonalidad deseada con
autobronceantes. Hay tantas marcas y variedades que hay que dejarse tentar
hasta encontrar el que más nos guste.
Si uno es disciplinado, constante, y comienza a consciencia
a cuidarse desde joven, se evitan las cirugías o tratamientos carísimos. Así
que hay que vivirlo como una inversión a futuro. Recurrir al quirófano para
reparar tardíamente lo que fuimos incapaces de prevenir, luego de años de hacer
estragos, está dejando de ser una práctica de moda.